Bajo supervisión se entiende una orientación y acompañamiento
limitada en el tiempo y centrada en lo laboral, con el fin de
mejorar la calidad del trabajo mediante la creación de áreas de
reflexión.
Mediante el análisis de una situación desde distintos puntos de
vista, se consigue una profundización de la comprensión de la
realidad en el trabajo y de esta manera una mejor estructuración
del propio quehacer laboral.
La supervisión no es una panacea, ella no reemplaza la
calificación laboral, estructuras inadecuadas o fallas en la
conducción de una organización. El aporte de la supervisión es
que cada uno, los equipos, las organizaciones o empresas puedan
cumplir mejor y con mayor satisfacción y eficiencia sus tareas.
Desde los años 70 el campo de acción de los supervisores fue
más allá de su área original en el trabajo social o la
psicoterapia, es decir que hoy encontramos supervisión en
diferentes contextos laborales.
En el transcurso de los años 80 se impuso un setting en el cual
personas de diferentes disciplinas que trabajaban en conjunto,
también buscaban supervisión en forma unida. Esta supervisión de
equipo se sobrepone a veces con el desarrollo de organizaciones.
La supervisión no instruye o educa, sino que recoge datos y los
analiza, somete situaciones laborales cotidianas a discusión. En
este proceso el supervisor trabaja sobre el problema y la
posible solución conjuntamente con los participantes.